—Arrrrghhh —Wang Jie gritó—. Es tu culpa, tú mataste a mi hijo. Ella no quiso escuchar nada más y se aferró a su creencia.
—Tía, no hagas declaraciones tan temerarias acusando a mi madre de algo tan atroz. Lo que te sucedió a ti no tiene ninguna conexión con ella. Ya estamos conteniendo nuestras ganas de golpearte por lo que le hiciste a nuestra hermana. Si dices una cosa más, yo personalmente arrancaré el poco pelo que te ha vuelto a crecer en esa cabeza calva —Wang Xue dijo enojada.
—Eres el peor ser humano que existe, alguien que puede dañar a un niño es un demonio —también intervino Wang Tong y dijo.
—Bueno, lograron encontrar a la pequeña perra, ¿verdad? No debería haberla vendido —Wang Jie se giró y respondió audazmente.
—Debería haberla estrangulado —Wang Jie completó su frase fríamente sin ningún remordimiento.
Wang Ailun se derrumbó en su asiento y se agarró el corazón. —Jie —dijo con tristeza.