bendición del loto

—La casa de subastas estaba bastante llena cuando llegaron —Ringo había acertado al decir que llegarían con elegancia tardía.

—Escuchó los susurros cuando entró cogida de la mano de Muyang, con aquel anillo de diamante rosa brillando resplandecientemente en su dedo. Nadie podía resistir echar un vistazo a su mano una vez que se daban cuenta de quién era.

—Incluso hoy en día, el anillo seguía siendo el tema de conversación en la ciudad, tanto en línea como fuera de ella. Notó algunas miradas de celos, algunas de envidia y algunas de ira, pero no les prestó atención.

—En cambio, apretó más la mano de Muyang y sonrió orgullosa.

—Un empleado de la casa de subastas los condujo a una sala privada donde les esperaba un asistente para atenderlos y también para realizar sus pujas.

—Esta subasta se lleva a cabo una vez cada cinco años —¿qué hacen con el lugar durante el resto del tiempo?