—¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! Hubo tres golpes urgentes y fuertes en su puerta.
—Qi Qing entró en la habitación frenéticamente como si fuera perseguida por un demonio.
—¿Por qué irrumpes en mi habitación sin esperar que responda? —preguntó Chi Lian.
—Señorita, si no baja ahora mismo su abuela va a arrancarme la cabeza. Está abajo amenazando con fuego y azufre —respondió Qi Qing, apenada.
—Dile que ya voy.
—Qi Qing sacudió la cabeza como un corderito aterrado y se negó a moverse.
—¿Estás tan aterrorizada por mi abuela? —se sorprendió, porque por primera vez, Qi Qing estaba desafiando sus órdenes.
—Ella da miedo señorita, mucho más miedo que Blackguard. Por favor, tienes que salvarme —respondió Qi Qing como un pajarito lastimoso.
—Chi Lian se rió y decidió bajar antes de que su abuela pudiera aterrorizar más a las criadas.