Exactamente dos minutos más tarde, Chi Lian salió de los establos sobre el dorso de un caballo que galopaba a toda velocidad. Se sostenía de su lomo y reía feliz.
En su mente, se imaginaba a sí misma como la heroína de una película del oeste en camino a luchar contra los malos.
Cuando el caballo entró en la pista de carreras, no se detuvo ni un solo segundo a observar a los demás jinetes que montaban por diversión. Era como si el caballo estuviera en competencia consigo mismo. Adelantó a todos los jinetes y siguió avanzando, dejándolos a una distancia atrás.
Al borde de la pista, otros entrenadores, algunos de ellos animaban a sus pupilos mientras otros estaban inmersos en conversaciones. Unos cuantos mozos cepillaban a algunos caballos en una zona verde en un campo cercano. Todas estas personas tenían una vista clara de la pista de carreras y no podían creer lo que estaban viendo.
—¿Es... es... ese King? —preguntó uno de los entrenadores.