—No hubo ningún error por mi parte, anfitrión —dijo—, la invitación era genuina, de lo contrario no habrías pasado la primera puerta. Creo que hay algo más aquí, después de todo tú mismo lo dijiste, no hay relación previa entre ti y esta princesa. No tienes idea de por qué ella te invitó, podría ser algo que no está relacionado con el baile en absoluto.
Ella reflexionó en silencio sobre sus palabras y miró en la dirección donde los coches se dirigían a estacionar.
—Me voy, no tengo un gusto por la humillación —dijo. Sus pies se giraron en dirección a los coches y estaba a punto de moverse cuando el guardia real que le dijo que se apartara se paró frente a ella y le dijo con voz autoritaria:
—Sígueme.
—¿A dónde? —preguntó ella—. ¿Por qué debería seguir a un extraño como tú? ¿Qué pasa si tu plan es hacerme daño de alguna manera? —pensaba ella.
—Lo descubrirás cuando llegues —él respondió.
Ella negó con la cabeza en señal de rechazo y dijo: