Mi esposo perverso

—¿Tenemos que ir nosotros también al frente a saludar? —preguntó Chi Lian a Muyang.

—No —dijo él suavemente—, podemos simplemente sentarnos aquí y esperar indicaciones para el bufet. O los sirvientes pueden traer nuestras comidas a nosotros dependiendo de lo que uno prefiera. De cualquier modo, si tienes hambre ahora puedes comer los bocadillos que estoy seguro lograste colar.

Chi Lian abrió la boca para negar pero al final solo se rió porque era innegable. Muyang la conocía demasiado bien y también sabía que no importaba qué bolso llevara, de alguna manera siempre lograba tener algo para comer, una bebida, dulces y un juguete, dentro de él.

—Está bien, está bien —dijo ella rindiéndose—. Me has descubierto, tengo bocadillos aquí.

Muyang acercó su cuerpo al de ella y dijo:

—Dime algo, ¿cómo logras llevar tantas cosas en un bolso tan pequeño?

Ella le sacó la lengua juguetonamente y susurró:

—Es mi secreto, no lo voy a contar.

—¡Ni siquiera a mí! —fingió sorpresa.