A medida que se hacían más acusaciones, las víctimas y aquellos que les causaron daño colaborando con los rebeldes fueron separados y, para cuando terminaron, cincuenta personas más estaban esposadas.
Los criminales fueron llevados por soldados a una gran nave gris que había estado atracada cerca de allí en el agua.
—Es una prisión —susurró Muyang en sus oídos.
Ella inclinó ligeramente la cabeza y lo vio, y sonrió.
—¿De verdad? No sabía eso —respondió.
Lo cual era mentira porque T4 ya lo había identificado como una prisión para ella.
Él asintió firmemente asegurándole lo que decía, aunque sus ojos la miraban con asombro porque finalmente sabía algo que ella no. La reina de la información había sido superada por una vez.