Amy estaba tan húmeda que Henry perdía la razón. Su eje entraba y salía de ella tan suave y perfectamente, que no quería detenerse.
La altura y su posición en el columpio eran perfectas, haciendo que Henry le diera en el punto exacto sin esfuerzo alguno. Amy podía sentir su clímax acumulándose dentro de su núcleo muy rápido.
—Voy a venirme, dioses… no pares… ¡AHH! —Las piernas de Amy convulsionaron incontrolablemente y sus paredes pulsaron fuertemente. Su vista se volvió blanca mientras giraba los ojos de tanto placer, llevándola hacia lo más alto.
—Joder, amor —Henry sintió como si fuera succionado al sentir las paredes de ella palpitar fuertemente alrededor de su dureza mientras veía a Amy completamente perdida en el momento. Frotó su clítoris rápidamente de izquierda a derecha, haciendo que ella gritara y eyaculara.