Anton y Rei lograron meter a Henry en el coche a la fuerza, soportando una serie de maldiciones y amenazas en el proceso. Sorprendentemente, a pesar de su intimidante comportamiento, tenían más miedo de Amy que de Henry.
—Son unos idiotas por arrastrarme a una cena tan estúpida —exclamó Henry mientras forcejeaba dentro del coche.
Rei y Anton lo colocaron en el medio del asiento del pasajero entre ellos, ya que él continuaba forcejeando y empujándolos para salir del coche, pero sin éxito.
Finalmente, llegaron a la mansión y Henry dejó de moverse al ver los coches entrando en su casa. —¿Qué demonios está pasando? Esto no es una simple cena. ¿Qué hicieron? ¿Qué está pasando? —Henry seguía mirando por la ventana, comprobando quiénes eran las personas que entraban por el camino y aún no tenía ni idea de qué estaba ocurriendo.