Quitándole la Máscara

Amy no permaneció quieta y siguió intentando soltar la correa de su muñeca mientras regresaban a la Mansión Welsh. —¡Te arrepentirás de esto! Retiro mi oferta de pagarte tu salario de un mes! —Amy exclamó antes de intentar patear a Tom en el asiento del conductor.

Tom simplemente se quedó en silencio pues razonar con ella es inútil cuando está realmente ebria.

—¡Dios! ¿Sabes conducir? —gritó Amy cuando Tom pisó el freno bruscamente porque alguien cruzó la calle abruptamente.

—Por eso debe quedarse quieta en su asiento, señora —dijo Tom mirando a Amy en el espejo retrovisor.

Amy solo lo miró con desprecio y finalmente decidió quedarse en silencio. Su viaje fue tranquilo hasta que Amy empezó a hablar de nuevo.

—¡Detén el auto!

—Eso no será posible, necesito llevarte a casa —respondió Tom.

—¡No, detén el auto! ¡Creo que voy a vomitar! —Amy dijo y lo siguiente que Tom escuchó fue a Amy arcadas y tratando de aguantarse lo mejor que podía.