Capítulo 267: Mejora

Ella sonrió.

—No te preocupes. Lo haré.

Lo que siguió fue lento y metódico. Xi Ping no se contuvo. Cada grito, cada súplica por piedad solo alimentaba su resolución. Quería que sintieran el dolor que le habían causado diez veces más.

Su madre de crianza sollozaba, suplicando:

—¡Por favor, Xi Ping! ¡Lo sentimos! ¡Haremos cualquier cosa, solo detente!

La bravuconada de su padre de crianza se desmoronó. Gritó y luego sollozó:

—¡Déjanos ir! No te molestaremos de nuevo, ¡lo juro!

Xi Ping inclinó la cabeza, observándolos con un frío desapego.

—Tienes razón. No me molestarán de nuevo.

Sin dudarlo, lo terminó. Su hoja fue rápida, y sus golpes finales.

La cabaña volvió a quedar en silencio. Xi Ping se quedó allí un momento, mirando sus formas sin vida. No había culpa, ni arrepentimiento, solo una extraña calma que se asentaba sobre ella.

Salió de la cabaña, dejando atrás los restos de su vieja vida. Cala Cristalina ya no era su prisión. Era solo otro lugar que había conquistado.