Quizás... quizás no pueda escapar después de todo...
Quizás... realmente voy a morir hoy.
La frialdad de la desesperación lo envolvía como una pesada cadena, arrastrándolo más y más profundo en un agujero negro del que no podía salir.
Justo entonces, la multitud se apartó y una anciana vestida con ropas elegantes entró. La gente la llamaba 'Jefe Su', y el chico se dio cuenta de que era la mujer que estaba repartiendo comida gratis.
Sus miradas se cruzaron, y el chico vio un destello en los ojos de Jefe Su. Eso lo asustó. Pensó que quizás también ella era de la organización.
Su estómago se hundió, y por un momento, quiso llorar.
Estaba cansado. Cansado de luchar contra el destino una y otra vez. Cansado de escapar. Cansado de ser torturado una y otra vez.
«Debería simplemente rendirme», pensó el chico.
Ya no podía resistir más.