—¡Swoosh, swoosh, swoosh!
Las figuras se movían con increíble velocidad. Al avanzar, no dejaban rastro en el suelo; sus pies pisaban únicamente los copos de nieve revoloteantes.
—¿Diez de ellos? —Su Han entrecerró ligeramente los ojos, frunciendo el ceño—. Lástima, todos están en el Reino del Dios Dragón, inútiles para mí.
Lo que él quería era la Píldora Dragón, no el Espíritu Primordial.
—Sin embargo, puedo recolectar estos Espíritus Primordiales por ahora y usarlos para consolidar el mío cuando alcance la Cumbre del Reino de la Píldora del Dragón.
Tras una breve contemplación, Su Han se detuvo en seco, quedándose calmadamente en medio de la fuerte nevada.
—¡Swoosh!
En ese momento, una luz oscura parpadeó súbitamente detrás de él, lanzándose directamente hacia la nuca de Su Han con increíble velocidad.
Su Han se giró abruptamente, su palma levantándose ligeramente para apuntar hacia la luz oscura que se acercaba.