—Sabía que huirías —Shangguan Mingxin sonrió levemente mientras movía su mano por cuarta vez, se acercó instantáneamente al anciano, lo agarró y luego retrocedió, sosteniéndolo frente a sí misma y los demás.
—Contéstame, ¿quiénes somos? —la misma pregunta salió de la boca de Shangguan Mingxin.
—¡Una pandilla de locos, psicópatas!!!
El anciano rugió en su corazón, sintiendo que no importaba cómo respondiera, probablemente no escaparía a la muerte.
Permaneció callado entre temblores, su miedo inmenso, simplemente esperando que los poderosos de la Secta Ruyi llegaran pronto.
—Te doy tres respiros para responder, tres... —Shangguan Mingxin frunció levemente el ceño, aparentemente perdiendo la paciencia.
—Dos... —En esa palabra, los párpados del anciano temblaron violentamente.
—Uno... —Una luz fría destelló en los ojos de Shangguan Mingxin, lista para aplastarlo hasta la muerte.