Gu Qingtian quedó atónito por un momento mientras que, un tanto aturdido, Su Han capturaba su Espíritu Primordial y lo colocaba en la Bolsa de Almacenamiento.
Verdaderamente no esperaba que Su Han lo perdonara, mucho menos a su hijo.
—Tal vez, haya sido algo de lo que dije lo que lo conmovió, pero... el acto de traición, realmente fue un error, estuve equivocado... —murmuró Gu Qingtian.
De hecho, Su Han inicialmente no tenía deseos de perdonar a Gu Yunlei o a Gu Qingtian.
Pero Gu Qingtian era de verdad un hombre cabal, una figura heroica que se alzaba entre el cielo y la tierra.
Como padre, Su Han podía sentir la amarga tristeza en su corazón, el tipo de mentalidad que preferiría morir mil veces antes que permitir que a su hijo le ocurriera la más mínima injusticia.
Además, el cuerpo físico de Gu Qingtian se había derrumbado ya, dejando sólo su Espíritu Primordial, el cual necesitaría tiempo para reconstruir una forma física.