—¡Su Baliu, ¿qué estás haciendo!?
Al ver a Su Han acercándose hacia él, Duanmu Wuji inicialmente se quedó atónito, luego la ira lo envolvió como una tempestad ardiente, casi desgarrando su garganta mientras gritaba.
Él había pensado que mientras la Secta del Fénix ocupara esos cuatro pozos principales en el Palacio del Vacío de Jade, se quedarían allí obedientemente, esperando la erupción.
Después de todo, siempre había sido así, casi convirtiéndose en una regla.
Sin embargo, no había esperado que la Secta del Fénix descartara por completo los protocolos habituales. Controlar era una cosa, pero lo que Su Baliu había tomado no era el Cráneo del Sabio sino... a él mismo.
—Cuatro pozos principales son muy pocos, tomaré también los de la Tumba del Inmortal de la Espada —dijo Su Han indiferentemente.
—¡Tonterías!