Shen Ji Yun aún podía sentir esa sensación suave que se había posado en su mejilla. Era ligera como el roce de una pluma y, sin embargo, todavía podía sentirlo muy claramente. Por eso su cara entera ardía incontrolablemente en este momento. Ni siquiera podía soportar mirar de nuevo a Luo Yan.
Tenía la corazonada de que Luo Yan probablemente no pensaba mucho en ese beso. Porque en su mente, estaba besando a una mascota de conejo. Casi está al mismo nivel que besar un oso de peluche. Pero lo que él no sabía era que todas las sensaciones que sentía esa mascota se estaban transfiriendo a su cerebro. Así que, realmente, no había diferencia entre Luo Yan besando directamente el avatar de juego de Shen Ji Yun.
Después de todas las emociones desbocadas que lo recorrieron, de repente se sintió un poco culpable. Porque parecía que había engañado a Luo Yan y se había aprovechado de él sin que él lo supiera.