LUO YAN observaba desde la distancia la gran estatua dorada de Buda. Había mucha gente ofreciendo incienso frente a dicha estatua. Nunca había sido religioso. Probablemente por la prematura muerte de sus padres. Seguido de la mala experiencia en el orfanato, se volvió cínico desde joven. Preferiría creer en la infinita codicia humana antes que pensar que existen cosas como dioses y demás.
Pero tras renacer en este cuerpo, finalmente se dio cuenta de que podría existir realmente un ser superior en este mundo. Y ellos le ayudaron a tener esta vida ahora.
Sintiéndose así, caminó hacia el altar y también ofreció un incienso. Juntó las manos como si estuviera rezando y cerró los ojos.