La lluvia torrencial no dejaba de caer. El viento aullaba como si fuera un llamado fantasmal del inframundo. Rayos iluminaban el cielo oscuro. El sonido del trueno retumbando era como la melodía de una condena inminente. El suelo temblaba. Casi como si Poseidón y Zeus hubieran decidido colaborar para crear esta tormenta implacable.
Y en el centro de todo ello había un barco.
Las olas violentas seguían golpeando el barco por ambos lados. Los jugadores a bordo sentían que en cualquier momento podría volcar. Especialmente aquellos que se quedaron en cubierta cuando la tormenta empezó. De hecho, ya varios jugadores habían caído por la borda. La mayoría de ellos eran los que estaban desprevenidos para la repentina llegada de esta tempestad.