La cabeza de Lan Yu le zumbaba. No podía pensar con claridad. Escuchar a Li Xu Min prácticamente diciendo que lo odiaba era como una espada precipitándose a sus entrañas. Cuanto más quería sacarla, más sangre brotaba. Así de mucho dolía.
Y como si eso no fuera suficiente, la siguiente serie de conversaciones se sintió como si lo destriparan completamente.