Ian entonces hizo aparecer los círculos rojos alrededor de sus ojos para demostrar a todos que era un demonio puro y, como le había sugerido Connor, solo llevaba una camiseta de tirantes negra para que los tatuajes que tenía por todo el cuerpo, los cuales lo hacían el rey legítimo de los demonios, fueran lo más visibles posible.
Miró a Liam y antes de pasar por el portal a su lado le dijo:
—Sobre todo, pase lo que pase, no intervengas, Kevin y Mykael están allí, todo estará bien, no trates de jugar al héroe.
Liam entonces lo abrazó y le dijo:
—Lo sé, deja de preocuparte por mí, prometo comportarme tan bien como Alan.
Ian entonces le dijo con los ojos volviéndose negros como tinta:
—¡Tienes que estar bromeando!
Liam respondió muy seriamente mientras lo empujaba a través del portal:
—Para nada, nunca he estado más serio.