Conmoción e incomprensión

Kevin curiosamente pudo sentir su sinceridad a través del vínculo que compartía con Axel, y cuando ella lo miró con los mismos ojos que Axel, lo cual aparentemente era una característica de su familia porque solo su esposo tenía ojos color avellana y no azules, sonrió torpemente y le agradeció a su vez.

Finalmente pareció satisfecha y luego se volvió hacia sus hijos, e incluso Kevin pensó que a veces podría ser aterrador tener una madre.

Pero justo cuando estaba a punto de unirse a ellos para darles una reprensión que recordarían toda su vida, Axel se movió tan rápido que los demás pensaron que se había teletransportado y, tras tomar el brazo de su madre suavemente, le dijo:

—¡Espera! Por favor, no los regañes, déjame demostrarles que puedo reemplazar a abuelo en sus duelos y que solo quiero ayudarte.