Parecía una cueva gigantesca, y este subsuelo debía haberse extendido bajo toda la dimensión. También era un paisaje magnífico, el océano estaba como si estuviera sostenido por una fuerza invisible y reflejos azulados iluminaban las rocas que se habían formado aquí. A lo largo del camino, también había lagos subterráneos que se llenaban de agua cristalina y en las rocas pequeños cristales mágicos empezaban a aparecer lo que iluminaba el entorno y hacía este subsuelo aún más magnífico. Y cuanto más se acercaban a esta fuente de energía superpoderosa, más numerosos se volvían los cristales mágicos y también eran cada vez más grandes.