—Sin embargo, dado que esta anciana finalmente quería darle una identidad legítima, no podía simplemente perder esta oportunidad, ¿verdad?
—Tras reflexionar, Zheng Chuyi alzó los pies y caminó en dirección al salón de banquetes.
—Olvidémoslo, esta vez no guardaría rencor hacia esa anciana.
—Si no iba ahora, el banquete probablemente terminaría.
—Si hubiera sabido que las cosas terminarían así, debería haber acompañado a la Tía Lan cuando vino a invitarla.
—¡Ser invitado y acudir por cuenta propia marcaba una gran diferencia!
—A diferencia de otros días, hoy Zheng Chuyi llevaba un vestido blanco de un solo hombro, un collar de diamantes plateados alrededor de su cuello; no estaba tan radiante como de costumbre, como una perla que había perdido su lustre, un poco demasiado simple y sosa, haciendo que sus impresionantes características parecieran comunes.
—El aura extraordinaria que usualmente llevaba había desaparecido sin dejar rastro junto con el vestido blanco.