—Clack —una llama azul brotó del frío cuerpo de la máquina, llenando instantáneamente la boca con el fresco sabor del tabaco. Exhaló lentamente un perfecto anillo de humo, y en sus oscuros pupilas de mar profundo, colores como la tinta se agitaron.
El fresco viento nocturno continuaba entrando por la ventana, apaciguando finalmente el inquietud interior.
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En un distrito de villas de alta gama.
En un lujoso dormitorio, una mujer vestida con un vestido blanco de gasa estaba sentada frente a un espejo de tocador, aplicándose varios productos de cuidado de la piel en su rostro.
El reflejo mostraba a una mujer con rasgos delicados, radiante como flores y la luna, con una frente elegante y cejas finas. Su piel clara se complementaba con un par de ojos de zorra encantadores y seductores que hacían que cualquiera que los mirara inconscientemente quisiera arrodillarse bajo su falda de granada.
Sin duda era una belleza, capaz de traer el caos a las ciudades con sus encantos.