Wen Ziyao se acurrucó en la cama, su cuerpo envuelto en un largo camisón rojo.
Su cuerpo ya se había fusionado con la sábana roja, solo asomaba su cabeza.
Parecía impresionantemente abrupto.
Era como si le hubieran cortado la cabeza y la hubieran colocado sobre la cama.
Hacía que el cuero cabelludo de uno se erizara y la respiración se acelerara.
La palidez mortal de su cara contrastaba con el rojo vivo de la sábana, notablemente impactante a la vista.
El gran espejo de cuerpo entero que estaba frente al pie de la cama reflejaba a todos en la habitación.
—Yaoyao, despierta —Shen Suhua le dio un golpecito a Wen Ziyao en el hombro, tratando de despertarla.
Pero los ojos de Wen Ziyao permanecían cerrados fuertemente, sus cejas fruncidas como si estuviera teniendo una pesadilla.
Gotas de sudor brotaron de su frente casi instantáneamente.