—¡En el espacio detrás del espejo, había una mujer con un vestido rojo! —exclamó asombrada.
Su tez era pálida como la muerte, como una hoja de papel, mientras que sus labios eran un rojo anormalmente llamativo, como si pudieran sangrar en cualquier momento.
Sus ojos estaban saltones, como si te estuviera mirando directamente a ti, con la comisura de sus labios curvada en un arco escalofriante.
Su expresión facial era muy rígida y extremadamente discordante.
La luz reflejada en su cuerpo emitía un brillo siniestro.
—¡Esto era claramente un efígie de papel! —afirmó con convicción.
Frente a la efígie de papel había un altar con dos palitos de incienso medio quemados, uno largo y el otro corto.
Un palito de incienso es para venerar a los difuntos, dos palitos son para venerar a los fantasmas y tres palitos son para venerar al cielo, la tierra y la humanidad.
Las diferentes longitudes del incienso también representaban presagios de buena o mala fortuna.