Cuando se concentró en él, su belleza era especialmente impactante, su rostro encantador un espectáculo deslumbrante. El joven desvió la mirada incómodamente, dudó, y luego dijo:
—Adivina.
Al verlo así, Dai Yu se sintió aún más curiosa. Coquetamente dijo:
—¿Qué es? Vamos, hermano mayor, dime. No me mantengas en suspense.
Ella había crecido siendo consentida por su maestra y sus hermanos mayores, así que actuar coquetamente le resultaba natural. Además, cuando hacía un puchero, se parecía a un adorable gatito, imposible de resistir.
El joven extendió una mano y le tocó la frente, sonriendo impotente:
—Realmente no hay manera de arreglarte.
Aunque tenía aproximadamente la misma edad que Dai Yu, era más maduro, y sus ojos se ablandaban con tolerancia e indulgencia cada vez que la miraba.
Dai Yu agarró su mano que le había tocado la frente y la sacudió suavemente:
—¿Qué es? Muéstrame rápido...