Chu Jin separó suavemente la carta clavada en la esquina de la ropa del joven. Parecía sin esfuerzo, pero en el momento de retirarla, una bocanada de humo surgió de la carta, y un corte se abrió en la ropa del joven.
—¿Bruja, no vas a matarme? —el joven miró a Chu Jin con incredulidad. Él había intentado matarla, ¿y ahora, esta bruja tendría la amabilidad de perdonarlo?
Chu Jin miró de reojo, simplemente observando al joven, sus labios curvándose en una sonrisa tenue, casi imperceptible, su tono ligeramente frío.
—¡Lo que más odio es que me acusen injustamente! Te dejaré ir esta vez, pero si hay una próxima, ¡me aseguraré de que termines igual que tu pequeña hermana menor! ¡No digas que no te advertí!