El hombre frente a ella, incluso solo con su silueta, emanaba la dignidad de la Estrella del Norte, una presencia extraordinaria.
Chu Jin lo miró y, por un instante, quedó sorprendida antes de desviar rápidamente la mirada.
Al mismo tiempo, Mo Zhixuan levantó ligeramente los ojos y la miró con calma. —El desayuno está en la mesa; cuando termines, te llevaré al salón de exámenes.
Con esas palabras, bajó nuevamente la mirada al periódico que estaba leyendo con atención.
Estaba muy sereno, como si lo ocurrido anoche hubiera sido meramente una ilusión.
El desayuno era sencillo: leche de soja con churros, una papilla sencilla y un plato de encurtidos.
Cuando Chu Jin ingresó nuevamente al salón de exámenes, eran apenas las ocho de la mañana.
El examen de la mañana era de ciencias o humanidades integradas, con una duración de dos horas y media.
Chu Jin sintió poca presión y terminó su examen con facilidad.
Aparte de matemáticas, era estable en casi todas las materias.