Pero la elección que hice ese día también fue parte de la naturaleza humana.
Por un lado estaba mi propia nieta, por el otro, mi nieta política.
Cualquier persona con claridad elegiría a su propia nieta.
La sangre, después de todo, es más espesa que el agua.
Sin embargo, Zhao Hai no esperaba que las cosas resultaran de la manera en que lo hicieron, ni que Chu Jin tomara una decisión tan decisiva.
Esa forma de manejar las cosas no tenía nada de los rasgos de una niña de dieciocho años, sino más bien de alguien que había pasado por pruebas y tribulaciones.
—Ven a ver a mi madre —dijo Chu Jin, moviéndose hacia un lado y colocando los claveles en el florero, su tono muy distante.
Ahora, Chu Jin no tenía buenos sentimientos hacia Zhao Hai, una persona que podía abandonar a su propia nieta, ¿qué humanidad podría tener?
Hablar con él solo era una muestra de respeto hacia un mayor.