Consecuencias de sus acciones

La angustia de la Reina Maeve resonaba por toda la habitación, haciendo que su criada se sobresaltara con cada ruido fuerte. Los aposentos de la Reina estaban en desorden, con objetos rotos esparcidos por su violenta demostración de ira.

La tapicería estaba rasgada en dos, y los muebles yacían volcados. El humo se demoraba desde un rincón de la habitación, resultado del fuego que había encendido en su rabieta, que tuvo que ser extinguido. No era la primera vez que las criadas veían a la Reina Maeve reaccionar violentamente, pero esta era la primera vez que parecía verdaderamente enfurecida.

El pecho de la Reina Maeve se agitaba mientras luchaba por recuperar el aliento. Sus pupilas estaban dilatadas y salvajes, como las de un animal feral. Sus ojos brillaban con furia y violencia, sus garras expuestas, mientras su sangre corría con el deseo de acabar con la vida de un cierto Fae llamado Aldric.

—¿¡Cómo se atreve?! —se preguntó.