—Eso fue extraño —era la única palabra que Islinda podía musitar internamente después de que André le ayudó a ponerse el collar—. Sintió que él se demoraba, y cuando él trazó su cuello, ella casi salta de su piel porque se sintió muy íntimo y raro.
—Islinda se había sentido cómoda alrededor de André antes porque sabía que era imposible que él desarrollara sentimientos hacia ella. Pero después de ese pequeño truco, ya no tenía ni idea —quizás fue un error —se dijo a sí misma—. Mejor pensar en eso que enfrentar la realidad porque había tanto sucediendo en este momento.
—André dio un paso atrás una vez que terminó, dejando un espacio significativo entre ellos y una expresión en blanco en su rostro. Islinda lo ignoró, observando la piedra preciosa que descansaba sobre su pecho y sosteniéndola como si su vida dependiera de ello. Al menos ahora estaba segura. El collar la protegería mientras André la mantuviera a salvo.