El sol ardía más fuerte aquella tarde mientras Valerie, el príncipe Fae de verano, y Aldric, el príncipe Fae Oscuro, se enfrentaban con una intensidad humeante. El aire chispeaba con energía, una tensión palpable que prometía un choque inminente de poderes.
Valerie se mantenía alto y regio, su largo cabello rojo resplandeciendo bajo el sol cálido de la tarde. Sus ojos, de un llamativo tono dorado, ardían con una furia justa mientras invocaba la esencia del verano a su alrededor, el aire zumbando con la energía de la vida y preparándose para enfrentar a su formidable oponente.
Aldric, con su capa ondeando a su alrededor como un sudario sombrío, exudaba un aura de oscuridad que parecía tragarse la luz a su alrededor. Su cabello azul medianoche enmarcaba sus rasgos cincelados y sus penetrantes ojos azules brillaban con una intensidad feral. Sombras oscuras se enroscaban a su alrededor como serpientes, pulsando con un poder ominoso, listas para atacar bajo su comando.