—Su Alteza, Valerie, la Reina Fae Maeve solicita su presencia —le informó un guardia.
Valerie había anticipado este momento al entrar en el palacio, pero aún así un agudo suspiro se escapó de sus labios. Con precisión practicada, moldeó su expresión en una máscara de severidad, preparándose para el inevitable encuentro con su madre.
—Está bien, mensaje recibido. Me aseguraré de visitarla cuando termine —dijo Valerie, levantando el pergamino que estaba leyendo, indicando que estaba ocupado.
Sin embargo, los guardias permanecieron inmóviles, su resolución inquebrantable. Uno de ellos habló con un tono solemne:
—Me temo que la Reina insiste en verlo de inmediato.