Siéntate En Mi Trono — 1

La mente de Aldric era un laberinto de intrigas y cálculos, un lugar tan fascinante como inquietante. No era solo la oscuridad de sus pensamientos lo que perturbaba a Islinda, sino la paciencia y meticulosidad con la que planeaba cada movimiento.

Albergaba una gran visión, una que superaba todo lo que ella pudiera imaginar, y no podía evitar preguntarse dónde encajaba ella en todo eso. ¿Cuál era su papel en sus intrincados planes? ¿O había dejado de ser útil ahora que tenía a Valerie acorralada? ¿Qué sería de ella al final, cuando todo estuviera dicho y hecho?