—A medida que la repentina llegada de Karle destrozaba la atmósfera cargada, Islinda sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría encima. En un instante, la neblina lujuriosa que la había envuelto se disipa, dejándola sorprendentemente sobria y consciente de su entorno. Con un movimiento rápido, saltó del trono, su mirada dirigida intensamente hacia Aldric, como si lo culpara por cualquier encantamiento que momentáneamente la había poseído.
—La frustración de Aldric era palpable, su mirada se volvía mortal mientras dirigía su enojo hacia Karle. No pudo evitar maldecir en su interior sabiendo que el momento había estado tan cerca: Islinda en su trono, lista para rendirse a él completamente. Había estado al borde de cumplir su fantasía, de complacerla justo allí en el corazón de su dominio. Pero ahora, todo había desaparecido, destrozado por la intrusión inoportuna de Karle, Aldric hervía de ira.