Dedicado a seducirla

Al entrar Islinda al cuarto de baño, no pudo evitar la sensación de que lavar el cabello de Aldric no sería tan sencillo como se había imaginado. La intimidad del espacio, unida a la vista de la espaciosa bañera, provocó pensamientos que sabía que no debía entretener en ese momento.

Poco después entró Aldric, y su presencia aumentó la atmósfera cargada. Islinda podía sentir su mirada ardiente sobre ella, escrutando cada uno de sus movimientos, y eso la hizo ruborizarse furiosamente. Islinda era consciente de que su acción le había dolido demasiado. Tenía que ser cuidadosa al tratar con él. Islinda no era precisamente insensible.