La presencia de Aldric acaparaba la atención de todos los rincones del salón. Como era común con casi todos los presentes, su vestimenta dejaba poco a la imaginación, con solo pantalones adornando su mitad inferior, revelando un estómago plano e impresionantemente tonificado adornado con tatuajes rúnicos resplandecientes que pululaban con poder. Su pecho estaba descubierto mostrando los músculos apretadamente enrollados bajo su piel que hacían que Islinda casi babeara al verlo.
El largo cabello azul medianoche de Aldric caía por su espalda en ondas sueltas, algunas hebras trenzadas, añadiendo a su encanto y dándole un aire de sensualidad salvaje. Su abrigo, aunque parcialmente cubría su cuerpo de guerrero, insinuaba la vista tentadora oculta debajo, provocando a las hadas con vislumbres de su físico musculoso. Aldric estaba vestido ostentosamente como un rey rebelde deleitándose en los placeres de la noche.