—No deberían descuidar a nuestro pequeño huésped —dijo entonces una voz cálida, como de jade. La persona con la túnica verde, como un hada, apareció.
Su figura era más alta que la de las mujeres normales, pero solo un poco más baja que el Soberano Zorro. Sus esbeltas piernas se movían con un ritmo suave y pausado.
Su rostro era tan cálido como el jade, con una belleza impresionante que irradiaba serenidad y calma. Su mismo aliento era como una caricia suave, llevando el dulce aroma de las flores en flor o el suave susurro de las hojas en un día de verano.
Xiu Wanxue estaba asombrada. Esta persona no tenía que fingir ser gentil como Feng Jinzi, la segunda princesa del Reino del Fénix, ni necesitaba actuar tan tranquila y elegante como Xiu Wanxia. Era como si cada aspecto de su comportamiento fuera natural, como si hubiera nacido con él. Era una verdadera joya.
—¡La Doctora Milagrosa! —La actitud de los ancianos hacia ella parecía respetuosa.