Culpable

Hace apenas unos meses, el General Guo Quan había estado en el Salón Weiyang viendo cómo el Gran Protector Li era despojado de su título y arrastrado a las mazmorras imperiales, sirviendo como una señal de advertencia a los nobles de que el joven que creían controlar en la palma de sus manos había crecido hasta convertirse en un dragón voraz, guardando celosamente su perla (1) dentro de su feroz boca.

Guo Quan no era ajeno al concepto de muerte. Podía administrarla a otros en el campo de batalla, había visto a sus soldados caer ante sus propios ojos.

Pero estaba empezando a darse cuenta de cuánto temía por su propia vida.