Alessandro abrió su oficina y entró. Se dirigió directamente al mini bar y se sirvió una copa. Se la bebió de un trago, sintiendo el ardiente sabor del alcohol quemar su garganta.
Su mente repasaba lo que había sucedido más temprano en la casa de la manada. Gritó y lanzó el vaso contra la pared. El vaso se hizo añicos inmediatamente.
—¿Qué había hecho? ¿Cómo pudo permitirse estar tan enojado? Eran sus hermanos, su familia, no miembros de la manada a los que podía usar el mando de Alfa.
Sabía que no le perdonarían esto y, para ser honesto, él tampoco podía perdonarse. No sabía qué hacer.
Fue a sus cajones y sacó la foto otra vez.
—¿Qué hago Jennie? ¿Cómo resuelvo esto? —preguntó, no obtuvo respuesta, se levantó y se sirvió otro vaso de alcohol.
Se pasó la noche en la oficina bebiendo y trabajando antes de irse a casa en las primeras horas de la mañana.
Unos días después.....
Lilian estaba en casa viendo dibujos animados con Lavanda cuando sonó su teléfono, contestó la llamada.