Un pequeño problema

Reni se mantuvo en silencio mientras escoltaba a Feyre fuera de la sala del trono.

—No tienes que molestarse en llevarme de vuelta si no quieres —le dijo ella.

—Pero sí, es la orden del rey y deseo obedecer su orden —respondió Reni.

—Está bien, si insistes.

—¿Puedo sostener tu mano? —preguntó Reni.

—Por supuesto que puedes hacerlo —respondió ella.

Reni extendió la mano y la sostuvo, en menos de un segundo, la llevó de vuelta a su palacio.

—Gracias Reni —respondió ella.

—De nada —respondió él cortésmente.

—Te comportas mucho mejor que Evena, eso es seguro —dijo Feyre mientras lo miraba.

—Gracias, mi reina. ¿Puedo preguntar si Evena está por aquí? —preguntó Reni.

—Lo sabía, por eso insistías tanto en llevarme a casa —le dijo ella.

Reni bajó la vista avergonzado, —Me temo que tienes razón, mi reina. Tenía un motivo ulterior —le dijo ella.

—Está bien, te dejaré verlo con una condición.

—¿Cuál es?

—¿Por qué mi padre desea tanto el Caos Eterno? —preguntó ella.