Tina tenía miedo, pero las demás chicas no. A todas les habían advertido severamente que no entrasen en esa habitación ni siquiera se acercasen a la puerta.
De alguna manera habían conseguido la llave y querían abrir la puerta para ver qué había dentro.
Tina sabía que lo que estaba detrás de esa puerta no era nada inocuo. Les habían dicho que se alejaran de la puerta por alguna razón.
—Mira, Tina la llorona, puedes quedarte afuera y vigilarnos, no necesitas acompañarnos —le dijo una de las chicas que era un poco más amable con ella.
—Está bien, esperaré aquí —Tina accedió rápidamente. Cualquier cosa sería mejor que entrar en esa habitación con ellas.
—Cobarde —alguien se burló.
La que tenía la llave abrió la puerta y entraron en la habitación.
Tina no sabía qué había sucedido, pero las escuchó gritar y una sombra negra pasó rápidamente por su lado.
Los gritos habían atraído a los guardias que bajaron a investigar.
Tina rápidamente fue a esconderse en un rincón.