Constanza se sentó inmediatamente.
—¿Qué quieres decir con que puedes ver? —le preguntó.
—Puedo verte Connie, eres realmente bonita —le dijo él.
—¿Realmente puedes verme? —ella preguntó de nuevo para estar segura.
—Sí, puedo verte —él repitió.
Ella sostuvo sus dedos frente a él. —¿Cuántos dedos estoy sosteniendo? —le preguntó.
—Uno.
—Dos.
—Tres —contó lentamente.
—Esto es tan extraño, no tenía idea de que los dedos se veían así —le dijo mientras sostenía sus dedos, examinándolos lentamente.
Constanza lo abrazó fuertemente.
—Realmente puedes ver Killian —le dijo ella.
—Supongo que sí. Todo parece tan brillante —le dijo él.
—¡Oh! Tengo mucho que enseñarte, puedo mostrarte colores y todas mis cosas favoritas —dijo ella emocionada y luego su rostro se ensombreció.
—¿Qué pasa? —él preguntó.
—Quieres morir —respondió ella.