—¿Dónde estoy? ¿Es esto el cielo? —preguntó en voz alta.
Escuchó a alguien reír, levantó la vista y vio a Azazel sentado cerca de él en un trono hecho de fuego.
—Bienvenido al infierno —dijo Azazel.
—No puedo creer que Reni esté muerto, y que haya muerto solo para salvarme —dijo Killian.
—Debió de haberse preocupado mucho por ti —dijo Constanza, aún en shock por la muerte de Reni.
—Todo es culpa de mi abuelo, si no hubiera hecho ese trato, Reni no estaría muerto ahora —dijo furioso Killian.
—Pero entonces tú no estarías vivo —le recordó Constanza.
—Y es tan tonto que no se dio cuenta de que estaba cayendo en una trampa bien puesta por los demonios.
—Killian, tengo una confesión que hacer —Constanza dijo con cautela.
—¿Qué es? —le preguntó él.
—Cuando estábamos en Sangre de Fuego, le conté a Ava sobre ti. Le dije que tú eras su hermano, por eso nos ayudó —dijo Constanza.