—David le entregó la tablet a Roca y empezó a reproducirse el video —dijo con una pausa—. Era una escena de las cámaras de seguridad de su casa, una de las veces que Carla había visitado a la Señora Verano. Se sentó a su lado, conversando, sonriendo. Entonces, de forma sutil, alcanzó su bolso, sacó un pequeño frasco y vertió unas gotas en el té de la Señora Verano.
El video pasó a otro día, Carla visitaba de nuevo. Lo mismo ocurrió.
La mandíbula de Roca se tensó —Esa maldita chica... —murmuró entre dientes.
—Arlan se tapó el rostro con las manos —Lleva haciendo esto durante meses, y yo sin saberlo. ¿Cómo pudo hacerle esto a su propia madre, Roca? —Su voz estaba ronca de angustia—. Hace poco, mis hombres revisaron su lugar y encontraron ese frasco.
—El frasco ya está en camino aquí —interrumpió David—. Los doctores e investigadores probarán y verificarán su contenido. Si es lo que sospechamos, podrían ser capaces de desarrollar el antídoto correcto para la Señora Verano.