—Mis disculpas, Señor Vaski —se disculpó apresuradamente el reportero jefe, seguido por algunos otros reporteros—. Se expresaron mal. Por favor, perdónalos ya que aún son jóvenes
—¿Jóvenes? —se burló Bassena, aunque sí retrocedió para permitir a los reporteros respirar—. Son mayores que la mitad de las personas aquí.
El reportero jefe apretó sus labios y se inclinó mientras se disculpaba una vez más. Afortunadamente, alguien llegó para desviar la atención de Bassena de ellos.
—Bas, ¿me necesitas? —Ron inclinó su cuerpo ligeramente para observar a los pobres reporteros eclipsados por el clase Santa.
—Sí —Bassena se giró, pero los reporteros todavía eran lo suficientemente valientes como para soltar un suspiro de alivio—. Por favor, escoltales de vuelta a Fronteriza. Lamento hacer esto justo cuando acabas de llegar, pero