356. Un brazo amputado

Anoche

Danag entró al castillo reinando el silencio. Era justo la hora del final de la segunda comida y no se podía escuchar ningún sonido.

Esto era muy extraño, se suponía que debía haber algo de alboroto pero estaba bastante tranquilo. Casi como si no hubiera nadie en el castillo.

Todo había parecido normal desde fuera del castillo. Los trabajadores estaban trabajando como de costumbre. No había captado ninguna señal de Haney pero era seguro asumir que estaba encargándose de los reclutas y que eso estaba sucediendo en el otro lado del castillo.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Erick con el ceño fruncido—. ¿No hay guardias en la puerta principal? ¿Pasó algo?

—Exactamente lo que pienso —respondió Danag—. Y está silencioso, demasiado silencioso.

De repente, Mill vino corriendo desde la dirección de la cocina. —Danag —gritó, acercándose a él apresuradamente.

—Mill —la llamó a su vez, girando hacia su dirección—. ¿Qué está pasando? ¿Dónde está todo el mundo?