Mauve soltó un grito sobrenatural cuando un extraño vampiro saltó a su habitación. No estaba en la planta baja; estaba dos pisos por encima del suelo, y él había entrado sin esfuerzo por su ventana.
—Vengo en paz —dijo y le guiñó un ojo.
—Lord Louis, no estás ayudando —la voz de Danag mientras saltaba por la ventana.
No fue hasta que vio a Danag que se dio cuenta de que seguía gritando. El sonido estaba solo amortiguado porque el vampiro llamado Luis todavía tenía su palma sobre su boca.
—Danag —intentó decir pero solo tarareó su nombre.
—Oh, has dejado de gritar. Mi mal —dijo y retiró su brazo.
Mauve frunció el ceño, recordando que él había dicho algo sobre Danag cuando saltó a su habitación, pero había estado tan impactada por la intrusión que sus palabras se le habían ido completamente de la cabeza.
—¿Qué haces aquí, Danag? —preguntó, sin ocultar su expresión sorprendida.
Miró de él al extraño vampiro. Era rubio con un aire a su alrededor que la llamaba.